Como están cambiando al mundo los Humanitarios Digitales
Como están cambiando al mundo los Humanitarios Digitales, “Digital Humanitarians“. Tiene un weblog, bastante leído, iRevolutions.org, donde escribe sobre piratear tecnologías emergentes para solucionar inconvenientes sociales.

Meier es un especialista mundial en el empleo de drones para acciones humanitarias, que deja actividades tan variadas y prometedoras como: (1) mapeo de daños, (dos) apoyo a la busca y el rescate, (tres) entrega de artículos ligeros de primera necesidad en zonas recónditas y de bastante difícil acceso, (cuatro) monitorización de cambios ambientales, entre otras muchas.
El mapeo con drones es una tecnología parcialmente madura y extendida pues los diseños son ligeros y afables, conque puede ser usada por personas que no son especialistas. Ayuda tanto para prevenir el peligro de desastres, identificando puntos frágiles, para valorar los daños con el propósito de centrar los recursos en los puntos que más los precisan.
Frecuentemente los drones pueden ser una solución más costo-eficaz que el empleo de imágenes de satélites o bien fotografías aéreas desde helicópteros o bien aeroplanos, sobre todo en acontecimientos que están muy localizados y se precisan tomar imágenes muy repetidas.
Mas conforme su empleo es más fácil y extendido, la dificultad se traslada al almacenaje y análisis de los datos que atrapan los drones.
De ahí que, esta tecnología se aúna a otros dispositivos de atrapa de datos como las redes sociales para agudizar la sobrecarga de información digital que se produce en las crisis y los desastres humanitarios hasta el punto de que, como afirma Meier, puede ser tan paralizante para la capacidad de contestación como la carencia de información.
A ese desbordamiento le llaman Big Data Crisis, para referirse a la gran complicad que significa tener que tratar tanta información, en tiempo real, con recursos limitados. Es ahí cuando entran los llamados “humanitarios digitales”, que son personas voluntarias que se movilizan on line, apoyando con trabajo telemático las actividades de las organizaciones humanitarias en el procesamiento y análisis de esa información compendiada por diferentes fuentes en situaciones de desastres.
Estos voluntarios, mediante un intenso trabajo en red, se esmeran por dar sentido a los grandes volúmenes de datos procedentes de redes sociales, SMS y también imágenes conseguida de satélites y drones, aplicando soluciones ocurrentes de crowdsourcing tanto en la atrapa como el filtrado de la información, que se inspira en activas propias de inteligencia colectiva, aparte de soluciones basadas en la Inteligencia Artificial.
Meier centró una gran parte de su charla en explicar de qué forma estos humanitarios digitales contribuyen a filtrar y clasificar las fotografías que atrapan los drones para valorar y geolocalizar los daños de los desastres naturales. Contó un montón de ejemplos, usando imágenes muy sugerentes de crisis humanitarias como la del ciclón Pam en Vanuatu, de categoría seis, en las que los voluntarios debían repasar las imágenes y marcar con diferentes colores las residencias conforme el grado de daños que habían sufrido.
A fin de que tengas una idea, un vuelo de dron puede producir, conforme explicó el comunicante, unas ochocientos imágenes en trece horas. Examinar las fotografías es un trabajo duro, por el hecho de que no es tan simple valorar la gravedad del impacto a primer aspecto. Como afirmó Meier, “el tiempo de vuelo es mínimo equiparado con lo que se suda procesando esos datos”.
En el análisis y procesamiento de los datos capturados por los drones hay mucho trabajo que puede reconocerse como de inteligencia colectiva. No se restringe, ni muchísimo menos, a la atrapa distribuida de información. Los datos son como un rompecabezas, conque hay que encajar múltiples piezas a fin de que adquieran sentido. De ahí que, conforme Meier, los humanitarios digitales son como “DJs de la información”, pues conectan esas piezas, filtran los ruidos, y esculpen un resultado final que ha de ser útil.
Siempre y en todo momento va a haber grados de desinformación, especialmente cuando se diversifican y democratizan las fuentes, mas esto puede mejorarse substancialmente si se crean mecanismos para contrastar los contenidos con la intención de filtrar los datos falsos.
En ocasiones hay que cotejar imágenes desde diferentes perspectivas para llegar a conclusiones fiables. Es lo que Meier llama lidiar con “data in the wild”, o sea, real, en bárbaro, sin depurar. Las diferencias de consideración, pues siempre y en todo momento hay subjetividad en esto, se corrigen estadísticamente por medio de los llamados algoritmos de acuerdo, que se fundamentan en equiparar las clasificaciones hechas por bastantes personas de exactamente las mismas fotografías, fijando un umbral mínimo de coincidencia para dar por válido el dato. Este procedimiento puede ser tan simple o bien complejo como la gravedad y las prisas del desastre lo dejen.
Viendo el trabajo que hicieron en el seísmo de Nepal, en el mes de abril de dos mil quince, me llamó propiciamente la atención 2 cosas. Una, la relevancia que dan a empoderar las organizaciones comunitarias locales. No solo pues son una pieza esencial para ampliar la cobertura en la atrapa de datos, sino más bien asimismo pues facilitan su interpretación, aportan legitimidad, y trasfieren conocimientos a agentes que pueden velar por la sostenibilidad futura de la solución. La otra, la flexibilidad de decantarse por soluciones analógicas cuando culturalmente, o bien por escasez de recursos, es la estrategia más eficaz. Me encantó ver enormes mapas ploteados, desplegados en el suelo, con voluntarios locales haciendo el trabajo de poner artículo-its de colores para clasificar los daños en las residencias. Es gente que conoce bien el territorio, y por ende puede aportar información de calidad, mas que quizá no se implicaría si debe manejar mapas en formato digital.